Una decena de empresas de monopatines compartidos están actuando en la región o su intención es hacerlo muy pronto para ofrecer soluciones de micromovilidad.

Micromovilidad

Como ya ha pasado en San Francisco, Barcelona o París, las ciudades de Latinoamérica empiezan a llenarse de monopatines eléctricos. Esta es una solución de “micromovilidad” para recorrer distancias cortas sin necesidad de un título de propiedad.

Estos vehículos, sin dueño aparente, los vemos estacionados en las vías, preparados para subir en él y desplazarnos si disponemos del equipo básico: un SmpartPhone y un medio de pago virtual que pueda cubrir una tarifa que, normalmente, es más alta que la del transporte público. El resto, según sus promotores, depende de la intuición.

 

Micromovilidad compartida

En los últimos meses se ha instalado en ciudades de México, Brasil y capitales como Santiago, Bogotá, Lima y Montevideo un modelo de micromovilidad similar al de las bicicletas compartidas. El centro de este modelo también está en la lucha contra la contaminación y los atascos.

La congestión vehicular es un grave problema en las calles de América Latina, lo que hace que sea terreno fértil para este negocio que avanza rápidamente.

 

Empresas de monopatines compartidos

Aproximadamente una decena de empresas de monopatines compartidos han empezado a actuar en la región, o están pensando hacerlo pronto. Plantean su servicio como la solución al problema del transporte. Las experiencias demuestran que éste constituye un desafío a las reglas y a la infraestructura urbana.

El plan de estas empresas es hacerse con parte del mercado de la movilidad eléctrica en dos ruedas. En 2018, según la consultora TechSci Research, este mercado superó los 10.000 millones de dólares en el mundo.

 

La oportunidad del caos

A partir de la segunda mitad del año pasado, los monopatines empezaron a circular en la región. En esos momentos, en San Francisco ya se estaban tomando medidas para detener lo que se había transformado en una plaga desorganizada. El potencial no tardó en ser descubierto.

El gerente de Expansión de Movo (avalada por Cabify), Guilherme Spinace, indica que:

“La falta de infraestructura y una creciente demanda de nuevas alternativas para movilizarles de forma más eficiente han hecho de este modelo una gran oportunidad para expandirse en la región”.

Esta empresa está realizando pruebas piloto en Bogotá, México DF, Lima y Santiago. Su intención es abrirse también a Argentina y Uruguay.

 

Tendencia

La empresa Scoot, asentada en Chile, empieza a realizar las primeras exploraciones en la zona. Según su vicepresidente de crecimiento, Steve Rodríguez:

“Varias ciudades han desarrollado subterráneos como su infraestructura de transporte principal en el siglo XX”.

Aunque en estos momentos, la tendencia es otra:

“Vemos a las redes de vehículos eléctricos livianos compartidos como el metro del siglo XXI: rápidos de desplegar, de bajo costo y capaces de atender más tipos de viajes”.

Las variables que sopesan las empresas para seleccionar un mercado son: población, ingresos, topografía y clima. El jefe de operaciones de Grin, Roberto Álvarez Cadavieco, declara que:

“El clima es una ventaja en muchas ciudades de Latinoamérica en relación a europeas donde las temperaturas son más extremas”.

Grin es una empresa de monopatines que está en Montevideo, Santiago, Bogotá, Lima y algunas ciudades de México. Su intención es extenderse gracias a su fusión la brasileña Yellow.

 

Desventajas

Pero no todo iba a ser ventajas en la micromovilidad. El 46% de la población latinoamericana no está dentro del sistema bancario. Para que esta situación no frene el desarrollo, según Roberto Álvarez Cadavieco, Grin implementará un sistema de crédito prepago en efectivo.

Tener algún ingreso será una opción de los usuarios de esta forma de transporte. Las empresas de monopatines pagan una media de 2 dólares a los que recojan y recarguen las unidades.

 

Atraso en la infraestructura y regulación

Es un gran peligro circular a 20 km/h por la acera o en zigzag entre el tráfico, sin casco y usando el cuerpo a modo de carrocería.

Según señala el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), en 2015 había un total de 2.513 kilómetros de ciclovías en la región. Desde ese año, las urbes han ampliado sus sendas exclusivas. Bogotá fue líder en 2018 con 500 km y espera que en 2020 sean 700.

De todas formas, lo que ocurre es que las empresas que tienen una base tecnológica aparecen mucho antes de los medios y las normas necesarias.

El jefe de operaciones de Grin subraya que:

“No vamos solo a ciudades donde hay infraestructura; vamos donde creemos que podemos solucionar un problema”.

Convencido de que:

“Las ciudades se tienen que adaptar”.

 

Seguridad

Mientras sucede todo esto, la seguridad para los conductores de monopatín continúa suspendida.

Los temas que deben regularse son diversos: zonas de circulación, velocidad, protección, estacionamiento. En Chile está rigiendo una ley, desde noviembre, que prohíbe la circulación de monopatines y bicicletas en las aceras. Ley que también ha sido dispuesta en Madrid. Mientras tanto, en México DF, las empresas únicamente trabajan con permisos, a la vez que el gobierno reúne documentación para progresar en la norma.

 

Fuente: 24MATINS.es